Los entresijos de la creación de la película que supone la entrada debutante en este nuevo, modesto, y probablemente efímero blog, son de lo más fascinantes. En el año 1966, el vendedor americano de fertilizantes Hal Warren se planteó hacer, como resultado de una simpática apuesta en estado etílico, una película de terror con la intención de llegar a las grandes masas, con un presupuesto muy reducido (11.000 dolares según imdb). El resultado no pudo ser más catastrófico para el mundo del celuloide. Nos encontramos ante la peor película de la historia del cine sin discusión alguna (aunque esa aseveración parezca muy categórica habiendo una lucha tan encarnizada por ese dudoso trono). Una obra cinematográfica que nace a lo grande con un título que mezcla sin ningún rubor castellano con inglés (cual canción de Franco Battiato).
La acogida del filme el día de su presentación fue muy voluble. Tras la euforia inicial de la crítica especializada ante semejante esperpento (que fue tomado como una comedia), Warren proclamó indignado que se trataba de un film de terror, ante el estupor generalizado de la prensa allí presente. El citado enfado del autor fue tan considerable que pidió que la cinta no se exhibiera nunca más en una sala comercial. Décadas después, en el año 1990, ante la demanda masiva de espectadores, el colectivo Mystery Science Theater 3000 se encargó de rescatarla para deleite de los cinéfilos más inquietos del planeta.
Cuando el fauno se apodera de la narración, la obra nos muestra todo su potencial, mediante los primeros movimientos del muy encorvado guardián, con sus espasmos por bandera, su bastón inseparable, una tartamudez ronca muy fluida y glamourosa, aderezados con la banda sonora más carismática e irreverente que se recuerde (los espeluznantes momentos musicales al son de un dudoso pianito acompañando al hombre del bastón son difíciles de olvidar), y convierten al presunto e improbable fauno en uno de los villanos más peculiares y dotados de mayor personalidad que ha dado el séptimo arte a lo largo de su historia (con permiso del gran Bobby Perú). Una lástima que tras ese recital interpretativo de John Reynolds (muerto tristemente en extrañas circunstancias el mismo año de producción del filme) el protagonismo recaiga cuasi por completo a "manos" del Amo, cuyo mayor atractivo reside en el espectacular atuendo que luce, con una mano inmensa decorada, y unos poderes muy peculiares y originales que no desvelaré para no romper el embrujo de tamaña experiencia hipnótica a quienes se acerquen por primera vez a esta incomprendida joya trash. En la parte final la presencia femenina cobra gran trascendencia otorgando a la narración una notoria carga simbólica feminista (casi oculta), erotismo, y sensualidad a borbotones.
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