viernes, 27 de febrero de 2015

Guerra Sucia (Juan Piquer Simón, 1984)


Juan Piquer Simón es casi casi por antonomasia el director de género español con más etiquetas colgadas en su haber y no precisamente positivas. Cutre, casposo, perpetrador de películas infames....Todos ellos epítetos nada cariñosos que sin embargo, a pesar de su crueldad, no dejan de reflejar una cierta “verdad”. No nos engañemos, Juan Piquer Simón es un artesano, un pionero en España entregado por completo al género, sobre todo al fantástico y al terror, que demasiado a menudo tuvo que apechugar con presupuestos infames  y el desprecio de público e instituciones. Es decir, que sí, que en su haber tiene una buena colección de desastres fílmicos, pero también auténticas joyitas tales como Supersonic Man o Mil gritos tiene la noche que glosaremos, junto a sus obras no tan acertadas, en sucesivas entregas de esta retrospectiva “Simoniana”. Si el cine de Juan Piquer Simón podría considerarse marginal estamos ante posiblemente la que sea su obra más underground dentro de lo underground. Un film que se mueve directamente en los márgenes de lo precario, de lo escaso. Cine de guerrilla que trata de abarcar con el mínimo posible, la máximo expresión del aprovechamiento. Un producto que directa y literalmente araña, raspa los fotogramas para llegar a su meta y conclusión.


La premisa es muy sencilla, hacer un film, un thriller, mezcla de cine de acción exploit  vinculado a la explicitación violenta de los 70, mezclado con ciertos aires de film de espías “bondianos” con regustillo a guerra fría. Teniendo en cuenta el año de su realización la pretensión, así como los looks de sus personajes y puesta en escena ya conforman un contexto "demodé" con más caspa que glamour retro. Sin embargo, aún siendo difícil adivinar si es aposta  u obligado por las circunstancias, no deja de tener su gracia ver como una ciudad como Madrid, en pleno apogeo de la movida, acaba por parecer como un suburbio pobre de cualquier ciudad del bloque soviético. Algo que dadas las características del film, lejos de desentonar le dan un aire más compacto, más sólido.


Sin poder contar con muchos de los actores que conforman el elenco habitual de sus films (habría que hablar largo y tendido de su visión “cassavetiana” del casting como universo transmigratorio familiar) se opta casi por la presencia de emuladores, de avatares que asimilen antiguos roles, poses, actitudes. El resultado no acaba de cuajar, no hay química y se intuye una impostura, especialmente en el protagonista, que hace que sus poses de tipo duro acaben por asemejarse más a un Arturo Fernández en Torremolinos que a un presunto Charles Bronson de la vida.


Uno de los elementos  destacables por su irrupción novedosa en el entramado fílmico de Juan Piquer Simón es la presencia de un erotismo, hasta el momento, inexistente o como máximo soslayada en elipsis pudorosas. No, no es que estemos ante un director de lo recatado o lo puduroso o lo conservador, no. Simón omite lo sexual porque su relevancia en sus films es argumentalmente nula y por ello, por coherencia ética con su forma de filmar, toma la decisión de no incluirla gratuítamente, aún sabiendo que para el público español de la época unos desnudos podrían suponer un gancho comercial estimable. Es en Guerra Sucia, dada su temática, que opta por incluir escenas de sexo y desnudos. Una vez estamos ante un ejercicio de coherencia empañado por el brochazo soez otorgado. Sí, no estamos ante un cineasta de la sutileza, y por ello el erotismo es sucio, vulgar, de motel barato. No hay espacio para la sensualidad y si para el brochazo, casi como si realmente le molestaran estas escenas y quisiera sacárselas de encima lo antes posible.


Hablábamos de precariedad en el cine “simoniano” y Guerra Sucia no solo no es una excepción sino que podríamos hablar de paradigma, de muestra absoluta de lumpen cinematográfico. Sí, en Guerra Sucia asistimos en su tramo final, en el desenlace de toda la trama a un ejercicio que es en sí mismo una nueva dimensión en el mundo del found footage. Por motivos que se antojan pecuniarios Simón tira de auto-referenciación y decide que no vale la pena malgastar sus escasos recursos en escenas de acción o suspense que...ya había rodado previamente!


Y así, sin ningún tipo de tapujo asistimos a un desenlace que es un mix sorprendentemente efectivo  entre escenas de Supersonic Man y Los nuevos extraterrestres, sus dos films previos. Un ejercicio de desvergüenza cinematográfica tan apoteósica que casi roza lo sublime, lo genial. Lógicamente el resultado final acaba siendo desastrado, rómbico y apedazado. Un ejercicio que, quizás a excepción de sus dos últimos films, supone lo peor de Juan Piquer Simón en el sentido de tocar fondo en el abecedario de calificación fílmica. Sí, Guerra Sucia es serie Z de la buena, proletaria. De carátula de video beta recubierta de polvo en la estantería más roñosa de un videoclub de barrio ochentero;  precisamente por ello es tan adorable, reivindicable en grado sumo.


Escrito por Alex P. Lascort


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