domingo, 22 de diciembre de 2013

La música minimalista

El minimalismo en sus diferentes vertientes artísticas es una corriente que aglutina a cualquier obra que se despoja de los elementos más comunes y se queda con lo esencial, repercutiendo en la concentración y la economía de medios de su semántica. Este movimiento existe en varios campos de la creación, como la pintura, la escultura, el cine, el diseño y la música. En esta última, el sonido minimalista ha existido desde hace mucho tiempo en otras culturas, pero su difusión en la música occidental no se produjo hasta mediados los año 60 del siglo pasado en la costa oeste americana. Esta etiqueta hace referencia a compositores con un elevado grado de experimentación que incidían en utilizar de forma repetitiva y constante pequeñas variaciones tonales mediante lentas transformaciones en las que destaca el uso de  pasajes con pocas notas, arreglos e instrumentos. La técnica minimalista se sustenta básicamente en la composición en un solo acorde o escala para explorar sus infinitas variaciones armónicas. Todos estos aspectos colisionan con el tratamiento tradicional de las exploraciones del timbre y el ritmo de la música de cámara, con la que suelen compartir instrumentos, aunque el minimalismo también se hace valer de todo tipo de utensilios caseros como botellas, latas, frascos, vasos o cubiertos de cocina.


Se suele comentar que este movimiento musical tiene sus orígenes en el conceptualismo (una variación del post-modernismo) y la música dodecafista (una técnica de composición formada por música atonal) aunque sus autores fuesen rupturistas con su sonido,  y por encima de todo en la música del compositor francés Erik Satie, precursor de varios ismos musicales: el minimalismo que nos ocupa, el serialismo y el impresionismo, y considerado uno de los nombres clave en la historia de la música del Siglo XX. Como en toda etiqueta sonora se han escrito ríos de tinta a la hora de definir qué es el minimalismo, pues es una categoría musical muy extendida y diversificada, y su valoración como tal depende en gran medida de su instrumentación y su estructura.


Dentro del nutrido grupo de compositores de esta disciplina musical, si tuviese que elegir cinco nombres me decantaría por Terry Riley, Steve Reich, Philip Glass, Michael Nyman y Wim Mertens; más que nada porque son los músicos con los que más he profundizado, aunque todos los nombres elegidos en la lista de reproducción no tienen desperdicio, y abarcan diferentes maneras de entender esta corriente cultural.


El californiano Terry Riley siempre es citado como uno de los músicos minimalistas pioneros. Su estilo se sustenta en la experimentación con la oposición, la intercalación y la reiteración de sonidos grabados en cintas como si fuesen samplers. Su obra más popular en sus inicios fue In C, compuesta en 1964, en la cual se percibe una notoria influencia de su colaboración anterior con La Monte Young, otro de los nombres básicos en los orígenes de la música minimalista. Esta visionaria pieza de Riley, que marcó claramente a Steve Reich y a Philip Glass en sus inicios, reflejaba la influencia de las estructuras musicales repetitivas que había escuchado en la música del norte de África. A partir de In C, el sonido del norteamericano ha estado claramente inspirado en las improvisaciones habituales del jazz y por encima de todo, en la música clásica hindú, ya que durante su extensa trayectoria ha realizado frecuentes viajes a la India para estudiar las bases de varios instrumentos musicales de esa zona, y ha participado en multitud de conciertos con músicos de cámara de ese país. Estos coqueteos orientales se perciben en su peculiar look dominado por una prominente y exótica barba. Su estilo también está emparentado muchas veces al sonido secuenciado de algunos grupos electrónicos de los 70 como Tangerine dream, a quienes marcó notoriamente, pero con el uso de instrumentos musicales que no tienen nada que ver con los sintetizadores.


El norteamericano Steve Reich es considerado otro de los músicos más influyentes de la historia de la música del Siglo XX (ha inspirado a gente tan dispar como David Bowie, Robert Fripp, Bjork y Underworld, por poner solo unos ejemplos). Reich, cuyas composiciones están claramente influenciadas por las tradiciones no occidentales, se inspiró inicialmente en la obra In C de su admirado Riley, con quien comparte el uso de cintas pre-grabadas que son utilizadas en bucle. El neoyorquino estaba tan fascinado con esa pieza que realizó diferentes variaciones que asimiló su compositor con posterioridad. Su portentoso sonido se nutre principalmente de los citados loops con diferentes versiones del mismo material, colocadas a diferentes velocidades, superpuestos con unos patrones entrelazados y veloces, uniendo estructuras inflexibles con ritmos ágiles, arrebatos de densidad, y complejidad a borbotones. Un músico visionario e inquieto, que ha ido abandonando la experimentación de su reconocida técnica con la intención de buscar nuevos caminos musicales e inquietudes (su próxima obra estará inspirada en dos composiciones de Radiohead). La discografía de Reich, como sucede con Riley no tiene ningún desperdicio, aunque dentro de su extensa trayectoria destaca la imponente Music for 18 Musicians. Toda su extensa obra se caracteriza también por un uso frecuente de la voz con reminiscencias operísticas, que marcó notoriamente a Nyman y Mertens. Posiblemente, sin Reich, la música de estos dos grandes autores europeos minimalistas hubiese sido completamente diferente.


El sonido de Philip Glass tardó en calar hondo popularmente (no se ganó la vida con la música hasta los años 80 con el brillante Glassworks) por su complejo y repetitivo proceder, que solo parecía encajar inicialmente en diferentes ámbitos relacionados con la cultura vanguardista, hasta que realizó Einstein on the Beach junto al director de teatro underground Robert Wilson; una ópera que tuvo mejor acogida y contaba con un evidente mensaje antinuclear. Glass, durante su larga carrera como músico ha compuesto óperas, sinfonías, conciertos para piano y conciertos para violín, entre otros; aunque es más conocido por el espectador medio por sus innumerables aportaciones a la música en el cine, entre las que destacan la Banda sonora de Koyaanisqatsi, Kundun, Mishima, Las horas o El sueño de Casandra. También compuso una partitura para una nueva reedición de La bella y la bestia, el filme de Jean Cocteau. Glass es otro minimalista claramente influenciado por la música del norte de la India, país al cual viajó en la década de los 60, donde acabó convirtiéndose al budismo y defendiendo la causa tibetana. En sus inicios, el talentoso compositor de Baltimore partió de los sonidos de su admirado Ravi Shankar, con quien colaboró musicalmente, y los aplicó a su sugestivo universo sonoro, plagado de  armonías y transformaciones tonales sustentadas en el uso de imperceptibles y continuas variaciones que transitan con la intención de que nada realmente cambie. De todos modos, Glass ha ido añadiendo con el paso del tiempo más complejidad instrumental a su música, y ha preferido mantener cierta distancia con el término minimalista, considerándolo sólo como un periodo puntual de su prolífera actividad musical.


El británico Michael Nyman, el primer minimalista que me enganchó con su particular universo sonoro, es uno de los pocos compositores de este movimiento que ha conseguido llegar al gran público. Nyman es otra de las figuras clave dentro del minimalismo en sus diferentes vertientes, ya sea como musicólogo, crítico musical del prestigioso rotativo británico The Spectator, pianista, compositor, o con su participación en la Michael Nyman Band, con quienes realiza periódicamente desde hace años sus giras en el rol de pianista. Su obra incluye óperas, cuartetos de cuerda, conciertos de cámara y Bandas sonoras para el cine. En esta faceta destaca especialmente por la colaboración con el director de cine británico Peter Greenaway, con quien mantuvo una prolífera relación. Entre estas bandas sonoras destacan, por citar solo unas cuantas, las prodigiosas Drowning by numbers, El contrato del dibujante y El cocinero, el ladrón su mujer y su amante. El cineasta tenía tanta fe en su matrimonio artístico con Nyman que le solía encargar la música antes de rodar sus filmes, y a partir de su impresionante composición musical construía la narración. Las Bandas sonoras con Greenaway están caracterizadas por la influencia de la música clásica de corte barroco, aunque durante algunas fases remiten a los ásperos tempos del Hard-rock, realizados plenamente con instrumentación de música de cámara. Fuera de su matrimonio con Greenaway ha compuesto bandas sonoras para gran cantidad de películas, como Gattaca, Ravenous o Wonderland, aunque con ninguna consiguió tanta popularidad  como con la de El piano, el filme de Jane Campion; una pieza con la que los programas televisivos y la publicidad nos han estado bombardeando, sin ninguna mesura, con su sutil pieza central.


De la vieja Europa también llega el belga Wim Mertens, un compositor, contratenor, guitarrista, pianista y musicólogo que, como los cuatro anteriormente citados, aunque sea de una generación posterior, también cuenta con una extensa trayectoria en forma de grabaciones; en este caso con más de 60, entre las que destacan Struggle for Pleasure. Maximizing the Audience, The Power Of Theatrical, o Madnessy Jeremiades. El compositor belga ha realizado piezas de cámara minimalista de corte clásico, y Lieders (canciones líricas breves cuya letra es un poema acompañado de música para piano), utilizando un lenguaje muy particular, atorado de atmósferas circulares trascendentes cargadas de originalidad, que sin embargo, cuenta con algunas conexiones con el de Michael Nyman, propiciando que haya pasajes en los que cuesta diferenciarlos claramente. Curiosamente, la relación entre los dos genios del minimalismo europeo nunca ha sido muy buena, especialmente desde que Greenaway “traicionó” al británico encargando al compositor belga la partitura de El vientre del arquitecto, otra de las grandes obras musicales de Mertens, De todos modos, Mertens suele coquetear más con la música ambiental y dotar de mayor importancia a la voz, ya que por algo es contratenor.


La mayoría de los temas de esta disciplina musical consiguen sumergir a la audiencia en una especie de hipnosis relajante muy atrapante. Una música ideal para la creación artística o para acompañar estados vegetativos, con una cama cerca, siempre y cuando no nos encontremos ante un minimalismo crispante de elevado grado experimental, que también abunda, y puede crear un efecto contrario. 



2 comentarios:

  1. hermosa obras,artistas geniales,acabo de descubrir este blog,los felicito.sabrina

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  2. Preciosa selección, muchas gracias!

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