sábado, 11 de enero de 2014

La música étnica de Lisa Gerrard, Azam Ali y Hedningarna

La música étnica (también llamada world music) hace referencia a un término mercantilista que aglutina a la música relacionada con el sonido específico de algunas zonas o culturas del mundo con el fin de llevar a cabo esa manía del ser humano, y muy especialmente de la música, de querer etiquetar conceptos tan globales. La creación de este género tan extenso y ambiguo se produjo en los años ochenta cuando los grandes sellos discográficos variaron sus anteriores tácticas mercantiles, propiciando la aparición de pequeñas discográficas independientes en busca de nuevas alternativas sonoras que mutaron hacia un sonido dominado por la mezcla, íntimamente relacionado con el de la globalización y la diversidad cultural. Curiosamente, buena parte de la buena aceptación que tienen estas músicas se produjo por la insistencia de músicos occidentales de la talla de Peter Gabriel, Paul Simon y David Byrne, y sobre todo por la aparición del Festival WOMAD (World of Music, Arts and Dance), creado por Gabriel, el lider de Genesis en su etapa más inspirada, la del rock progresivo en la década de los setenta. Como la música étnica es un concepto tan amplio del que no se pueden hacer afirmaciones genéricas como intenté exponer en las anteriores recopilaciones musicales del blog, voy a ir directo a las bandas o nombres que más me motivan dentro de este abanico sonoro tan disperso.

LISA GERRARD

Si hay un grupo que incluya raíces étnicas en su ideario musical por el cual tenga absoluta devoción esa es la banda australiana Dead can dance, especialmente por la figura de su vocalista, poseedora de una prodigiosa voz cargada de matices tonales que evocan con dulzura y severidad diferentes estados de ánimo que van desde la ternura, a la nostalgia y a las lamentaciones. La vocalista australiana es hija de inmigrantes irlandeses, y creció en un barrio multi-cultural donde convivió con gente de origen irlandés, griego, italiano, y árabe; y ese aspecto se percibe en su música, ya sea en solitario o en la banda que la dio a conocer. Dead can dance fue creada en 1981, y es una formación caracterizada por  un sonido tan ecléctico que abarca sonidos inspirados en el Rock gótico y barroco (sobre todo en sus tres primeros discos y en los temas cantados por Perry), el Dark ambient,  pasajes deudores de los cantos gregorianos de siglos atrás, ecos de la música tradicional Persa, la música celta, la música étnica antigua en general y coqueteos con la música minimalista y electrónica. De todos modos, sus aspiraciones van mucho más allá de ser simplemente una reinterpretación de esas músicas.



Debo reconocer que, aunque al final le pillé el tranquillo, hace años hubo un momento en el que procesé cierta manía hacia la voz de Brendan Perry por usurpar tanto espacio a la de Lisa Gerrard, pero esa dualidad vocal ayuda a su diversidad sonora, y su tono con reminiscencias de Jim Morrison con un enfoque gótico también tiene su encanto. Dead can dance posee una extensa discografía en la que ningún álbum tiene desperdicio, entre los que destacan The Serpent's Egg, Aion, Spiritchaser e Into the labyrinth. Bien avanzada la década de los noventa comenzaron a trabajar en solitario y acabaron separándose temporalmente en 1998 hasta que se reunieron para una gira  mundial en 2005. Siete años después, en 2012, volvieron a unirse para el disco Anastasis y realizaron una gira mundial. La canción elegida en la selección musical es The Host of Seraphim, tema que aparece en los títulos de crédito de La Niebla de Frank Darabont y también pertenece a la Banda Sonora de Baraka, un preciosista documental sin palabras de 1992 dirigido por Ron Fricke por el cual siento auténtica devoción. La  carrera en solitario de Lisa Gerrard sigue la senda de los temas en los que predomina su voz en Dead can dance, pero con un enfoque más ambiental y clásico. Entre sus álbumes en solitario destacan The mirror pool y The silver tree, aunque también ha participado con su portentosa voz en multitud de bandas sonoras para el cine de otros compositores entre las que sobresalen las de El dilema, Gladiator, Ashes and snow y Samsara (el reciente documental de mi amado Ron Fricke que tristemente no ha llegado a nuestras salas todavía). Entre sus innumerables colaboraciones al margen del cine destacan dos temas muy potentes de los electrónicos The future sound of London y Orbital.

AZAM ALI

Otra de mis debilidades es esta vocalista y compositora nacida en Teherán que se crió en la India a partir de los cuatro años, y finalmente fue a parar a Estados Unidos cuando era una adolescente, después de la Revolución Islámica de 1979. La voz de Azam Ali  recuerda sobremanera a la de Lisa Gerrard. Un aspecto que unido a su gusto por la música étnica persa provoca que esa sensación de parecido con la vertiente más étnica de Dead can dance sea todavía mayor, pero cuando se profundiza en su sonido deja claras muestras de poseer un universo muy personal, aunque menos ecléctico que el de la banda australiana. Azam fue reconocida inicialmente por su trabajo con Vas, un dúo prestigioso de música étnica que consiguió buenas cifras de ventas, fundado en 1996 junto al percusionista Greg Ellis. Sus cuatro trabajos (Sunyata, Offerings, In the Garden of Souls y Feast of Silence) están influenciados por la música tradicional persa e hindú y son de una calidad impresionante. Las campanas y cuerdas  suaves unidas a la voz relajante de Azam Ali forman un paisaje sonoro muy absorbente.

En 2002, publicó Portals of grace, su primer trabajo en solitario. Un álbum que se decanta por realizar nuevas lecturas de las antiguas canciones medievales de Francia y Galicia mezcladas con la música tradicional sefardita  y árabe, acompañada con Greg Ellis (su compañero en Vas), y un grupo multi-instrumental de talentosos músicos. En sus tres discos restantes en solitario sigue esa senda, pero en este caso aderezados con sonidos electrónicos que continuaría explorando en su siguiente formación, la banda iraní Niyaz, con la que ha publicado tres discos (Niyaz, Nine heavens y Sumud) que se centran en poner música a los poemas de los místicos sufíes mediante ritmos hipnóticos inspirados nuevamente en la música tradicional persa e hindú, aunque en este caso con el añadido de la música tradicional mediterránea. Azam Ali, en sus tres formaciones, destaca  por su excelsa y expresiva voz, de la que cuesta hacer una descripción escrita por miedo a resultar cursi, solo comparable a la de Lisa Gerrard y Loreena McKennitt. Sin embargo, esa angelical voz  es utilizada siempre al servicio de una rica instrumentación plagada de atmósferas que incitan a la introspección y abarcan diferentes formas de ver la música en cada una de sus tres bandas.

HEDNINGARNA

De la vieja Europa nos llega otra de mis favoritas. Una banda sueca cuyo sonido se inspira en la música tradicional nórdica, caracterizada en sus inicios por evocar a la música medieval escandinava. Posteriormente fueron evolucionando hacia pasajes claramente influenciados por la música contemporánea, e incluso añadieron elementos electrónicos gracias a las nuevas tecnologías. Estos devaneos electrónicos mezclados con  las melodías antiguas generan un coctel sonoro muy atractivo. Anders Stake, Hållbus Totte Mattsson, y Björn Tollin crearon el grupo en 1987. Los tres procedían del rock y habían participado en bandas de otros países, y ese detalle se percibe en la contundencia de su música, que durante muchas fases (especialmente en Hippjokk, su disco más logrado) remiten a los tempos del Hard-rock. Anders Stake fue conocido por ser un fanático de la investigación sonora. Esa pasión le llevó a construir y modificar instrumentos musicales tradicionales para crear nuevos sonidos que utilizaría en Hedningarna.


En 1989 grabaron su primer disco (que lleva el nombre de la formación sueca) como un trío. Posteriormente se unieron las vocalistas Sanna Kurki-Suonio y Tellu Paulasto con quienes grabaron los excelentes Kaksi! en 1992 y Trä en 1994. En 1997 grabaron el trepidante Hippjokk, un álbum básicamente instrumental con el cual volvieron a la formación de trío inicial. En 1999 recuperaron la delicadeza de las voces femeninas con Karelia visa, nombre que hace referencia a un lugar perteneciente a Finlandia y Rusia del que se apoderaron de sus cantos rúnicos. Tras más de 10 años en silencio (en los que solo publicaron un recopilatorio en 2003 con algún tema inédito) volvieron con Och en 2012 con varios cambios en la formación y recuperando el tono más agresivo e instrumental que muestran cuando no cuentan con las voces femeninas finlandesas. Durante esa larga inactividad participaron en proyectos individuales de sus miembros. De todos modos, nunca abandonaron los conciertos, aunque estos se produjesen con menor frecuencia que en el pasado. Hedningarna (cuyo nombre traducido significa Los paganos) ha ido evolucionando sin traicionar su peculiar estilo amparado en las poderosas danzas tribales generadas por sus rítmicas y estruendosas percusiones y sus exóticos instrumentos propios y voces.


La mayoría de los nombres elegidos para la lista de reproducción, que son los que más me cautivan, tienen claras influencias de la música celta, nórdica, balcánica, mediterránea, persa e hindú, y se caracterizan por tener un sonido ecléctico que se inspira en esas regiones, pero acoplándose a nuestros tiempos y distanciándose de los purismos que suelen acompañar a la música tradicional  de corte más ortodoxa.



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