El vacío existencial y la apatía de la juventud es una temática muy habitual en el cine japonés de las últimas décadas. Son varios los autores de ese país que nos han manifestado el contraste existente entre una generación joven harta de la decadencia de la adulta que no la comprende y ésta. Dentro de este grupo destaca Kiyoshi Kurosawa, un autor cuya filmografía abarca géneros tan dispares como el erótico pinku eiga, el policial, el terror y el fantástico, siempre dentro de los terrenos netamente autorales. Sus personajes se suelen caracterizar por debatirse entre la materialidad absoluta y las obsesiones que les llevan a realizar actos ajenos a la cordura. Sus trabajos más reconocidos son Cure, Charisma y Kairo, y el que hoy nos ocupa, aunque su filmografía abarca cerca de 30 títulos (algunos de ellos realizados para televisión). Kurosawa destaca por utilizar elementos de profundidad metafísica mezclados sin ningún rubor con el humor más absurdo. Aspectos que le otorgan un inevitable cariz irreverentemente místico a sus trabajos. El director japonés, y muy especialmente en la última década, destaca por una dualidad casi bipolar que le ha llevado a realizar trabajos de muy baja calidad como Loft o Real (película que tengo pendiente de ver, pero que por su tráiler y los comentarios de quienes la vieron en Sitges no invita al optimismo) a otros como la potente Tokyo Sonata o el último proyecto que tiene en ciernes en el que da la sensación de mostrar su perfil bueno.
La cinta arranca presentándonos a Nimura, un joven que sueña sueña habitualmente sobre un futuro mejor, rebosante de paz y esperanza. Por desgracia, desde hace poco tiempo ha dejado de tener estos dulces momentos oníricos, y las escasas veces que los tiene sólo ve oscuridad. No obstante, se ve superado por la realidad y vaga como si se tratase de una especie de fantasma urbano. Mamoru, a quien conoce de su trabajo en una lavandería industrial, tiene al cuidado una medusa venenosa a la que intenta aclimatizar al agua dulce. La conexión existente entre estos dos seres solitarios es tal que crean un código mediante el cual se comunican para emprender todo tipo de acciones. Su jefe, el señor Fujiwara (Takashi Sasano) intenta acercarse a ambos fuera de las horas de trabajo. Viendo la fascinación que siente su amigo por la Medusa, decide dársela a éste para que cuide de ella. En una de estas visitas hay un pequeño incidente con la medusa que provoca que el dúo abandone el empleo. Cuando Nimura recuerda que tiene que recuperar un CD de música que le había prestado al empresario, sin motivo aparente, se dirige con muy malas intenciones al domicilio de éste. Al llegar, descubre el cadáver del señor Fujiwara y su esposa; y todas las sospechas irán a parar hacia su compañero.
Los filmes de Kiyoshi Kurosawa no suelen tener unos colores muy marcados, y acostumbran a estar teñidos de un blanco y negro permanente, utilizando los colores vivos para remarcar un acontecimiento y provocar la atención del espectador. En este caso, está filmado con una cámara digital, sorprendiendo en algunos momentos con un granulado exagerado que no tiene demasiado sentido para un servidor. Tampoco lo tiene el uso de la pantalla partida que utiliza cada vez que los personajes conducen un automóvil, aunque son licencias que tampoco molestan. Pese a su reducido presupuesto, los efectos especiales para recrear el tránsito de las medusas (una de las situaciones más bellas de la película) en las aguas de Tokyo no desentonan en absoluto.
Bright Future es una obra misteriosa e hipnótica, cargada de lirismo, nihilismo, ironía (especialmente en el título) y ambigüedad, que puede dar lugar a muchas interpretaciones gracias a la multitud de símbolos presentes a lo largo de la narración (otro de los aspectos habituales del buen cine japonés) que aquí tiene su punto fuerte en la analogía de la imagen de la medusa con la de la soledad y el vacío existencial de la juventud japonesa. La cinta de Kiyoshi kurosawa es una de las opciones más interesantes para iniciarse en la filmografía de este talentoso (a pesar de su irregularidad en los últimos tiempos) y prolífico autor nipón, que no tiene ninguna relación, más allá de la nacionalidad, con Akira Kurosawa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario